“A. A. no es una historia de éxito en el sentido común y corriente de la palabra. Es la historia del sufrimiento transmutado bajo la gracia de Dios, en progreso espiritual.”
TAL COMO
Al entrar en A. A., escuchaba a la gente hablar de la realidad de su vida de bebedor: La soledad, el terror y el sufrimiento. Al escucharles más, les oía describir otra realidad muy diferente: La realidad de la sobriedad. Es una realidad de libertad y de felicidad, de intención y dirección y de serenidad y tranquilidad con Dios, con nosotros mismos y con la gente. Cuando asisto a las reuniones, me reintroducen a esta realidad una y otra vez. La veo en los ojos y la escucho en las voces de aquellos alrededor mío. Trabajando en el programa, encuentro la dirección y la fortaleza que hacen posible hacer mía esta realidad. La alegría de A. A. demuestra que esta nueva realidad está a mi alcance.
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