Cuando llegamos a A. A. y, por primera vez en nuestras vidas, estuvimos entre gentes que parecían comprendernos, la sensación de pertenecer a ella fue muy estimulante.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 60
Después de cuatro años en A. A., al fin pude liberarme de la carga de emociones escondidas que tenía y que me habían causado tanto dolor. Con la ayuda de A. A. y del apadrinamiento fui liberado del dolor y pude sentir una sensación de pertenecer y de paz interior. También pude sentir una alegría y un amor a Dios que nunca había experimentado antes de eso. Me llena de admiración el poder del Quinto Paso.
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