Algunos de nosotros tropezamos con un obstáculo distinto. Nos aferramos a la pretensión de que cuando bebíamos, no le hacíamos daño a nadie más que a nosotros mismos.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 89
Este Paso parecía tan sencillo. Yo identificaba a alguna gente a quien le había hecho daño, pero ya no estaba a mi alcance. No obstante, me sentía incómodo con este Paso y evitaba las conversaciones que tenían que ver con él. Más tarde, aprendí a investigar aquellos Pasos y áreas de mi vida que hacían sentir incómodo. Mi búsqueda puso de manifiesto a mis padres, quienes habían sido profundamente heridos por mi aislamiento de ellos; mi patrón, quien se preocupaba por mis ausencias, por mis pérdidas de memoria, por mi temperamento, y los amigos a quienes les había vuelto la espalda sin explicaciones. Al enfrentarme con la realidad del daño que había hecho, el Octavo Paso cobró un nuevo significado. Ya no estoy incómodo y me siento limpio y liviano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario