En todos los Doce Pasos de A. A. se nos pide ir en contra de nuestros
deseos naturales… estos nos desinflan el ego. En lo que respecta a desafiar el
ego, pocos Pasos son tan difíciles de practicar como el Quinto. Pero casi
ninguno de los otros es tan necesario como éste para lograr la sobriedad
duradera y la tranquilidad espiritual.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 57
Después de poner por escrito mis defectos de carácter, no tenía deseos de
hablar sobre ellos y decidí que era hora de dejar de llevar esta carga solo.
Tenía que confesar estos defectos a alguien más. Yo había leído, y se me había
dicho, que no podría mantenerme sobrio a menos que lo hiciera. El Quinto Paso me
daba un sentimiento de pertenecer, con humildad y serenidad cuando lo practicaba
en mi diario vivir. Fue importante admitir mis defectos de carácter en el orden
que se presentan en el Quinto Paso: “Ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro
ser humano.” Admitirlo ante Dios prepara el terreno para la admisión ante mí
mismo y ante otra persona. Como lo describe la práctica del Paso, una sensación
de unidad con Dios y con mi prójimo me llevó a un lugar de descanso en donde me
podía preparar para los otros Pasos hacia una sobriedad completa y llena de
significado.
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