martes, 11 de diciembre de 2012

“UNA VERDADERA HUMILDAD”

…debemos practicar una modestia verdaderamente humilde. Todo esto a fin de que las bendiciones que conocemos nunca nos estropeen; que vivamos siempre en contemplación agradecida de Él que preside sobre todos nosotros.

EL LENGUAJE DEL CORAZON, p. 2


La experiencia me ha enseñado que mi personalidad alcohólica tiene tendencia hacia la grandiosidad. Aparentemente con buenas intenciones, puedo salirme por la tangente al perseguir mis “causas”. Mi ego toma el mando y pierdo de vista mi propósito primordial. Puede que incluso me atribuya el mérito por las obras de Dios en mi vida. Tal sentimiento exagerado de mi propia importancia es peligroso para mi sobriedad y puede causar un grave daño a A.A. como un todo.

Mi salvaguarda, la Duodécima Tradición, sirve para mantenerme humilde. Me doy cuenta de que, como individuo y como miembro de la Comunidad, no puedo hacer alarde mis logros, y que “Dios hace por nosotros lo que por nosotros mismos no podíamos hacer.”

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