Yo
no soy víctima de otros, sino más bien una víctima de mis esperanzas, de mis
decisiones y de mi deshonestidad. Cuando espero que otros sean lo que yo quiero
que sean y no que ellos son, cuando ellos no cumplen con mis expectativas,
entonces me siento lastimado. Cuando mis decisiones se basan en mi egocentrismo,
me siento solitario y receloso. Sin embargo, cuando practico la honestidad en
todos mis asuntos, invariablemente gano confianza en mí mismo. Cuando examino
mis motivos siendo honesto y confiado, soy consciente de los posibles daños que
algunas situaciones pueden extrañar y puedo evitarlas.
sábado, 23 de junio de 2012
CONFIAR EN OTROS
Pero,
¿nos exige la confianza que hagamos la vista gorda a los motivos de otra gente,
o de hecho, a los nuestros? Claro que no; esto sería una locura. Sin duda,
debemos considerar, en toda persona en que confiemos, tanto su capacidad para
perjudicar como su capacidad para hacer el bien. Un inventario privado de este
tipo puede enseñarnos el grado de confianza que debemos extender en cualquier
situación determinada.
TAL
COMO LA VE BILL, No. 144
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