Fue un momento decisivo de nuestras vidas, aquél en que empezamos a procurar humildad no como algo que teníamos que tener, sino como algo que realmente deseábamos vivir.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 84
La manera de vivir de A. A. se convierte en vida de alegría o regreso a la oscuridad y a la desesperación del alcoholismo. La alegría me llega cuando mi actitud concerniente a Dios y a la humildad se torna en actitud de deseo y no de carga. La oscuridad de mi vida se convierte en luz resplandeciente cuando llego a darme cuenta de que ser honesto y sincero al hacer mi inventario, resulta en una vida llena de serenidad, libertad y alegría. Se profundiza la confianza en mi Poder Superior y un baño de gratitud cae sobre todo mi ser. Estoy convencido de que ser humilde es ser sincero y honesto respecto a mí mismo y a Dios. Entonces la humildad es algo que “realmente deseo” y no “algo que debo tener.”
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