Es un axioma espiritual que cada vez que nos alteramos, no importa cuál sea el motivo, hay algo que no está bien en nosotros.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 103
Yo nunca entendí verdaderamente el axioma espiritual del Décimo Paso hasta que tuve la siguiente experiencia. Estaba yo sentado leyendo en mi cuarto, a altas horas de la noche, cuando de pronto oí ladrar a mis perros en el patio de atrás.
Mis vecinos se disgustaron con esta clase de perturbación, así es que, entre enojado y avergonzado, temiendo la desaprobación de mis vecinos, inmediatamente hice entrar a mis perros. Algunas semanas más tarde se repitió exactamente la misma situación, pero esta vez, debido a que estaba más en paz conmigo mismo, pude aceptar la situación, los perros tienen que ladrar, y calmadamente los hice entrar. Ambos incidentes me enseñaron que cuando una persona experimenta eventos casi idénticos y reacciona de dos maneras diferentes, no es el evento el que tiene la importancia principal, sino la condición espiritual de la persona. Los sentimientos vienen de adentro y no de circunstancias exteriores.
Cuando mi condición espiritual es positiva, yo reacciono positivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario