viernes, 18 de octubre de 2013

UNA MENTE RECEPTIVA

La verdadera humildad y la mente libre de prejuicios pueden conducirnos a la fe…


DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 30



Mi manera alcohólica de pensar me llevó a creer que yo podía controlar mi forma de beber, pero no pude. Cuando llegué a A. A., me di cuenta de que Dios me estaba hablando por medio de mi grupo. Mi mente estaba abierta solamente lo suficiente para darme cuenta de que yo necesitaba de su ayuda. Tardé más tiempo en llegar a lograr una real y honesta aceptación de A.A., pero con ella llegó la humildad. Yo sé cuán loco estaba y hoy estoy agradecido por tener restaurado mi sano juicio y por ser un alcohólico sobrio. Este nuevo y sobrio yo es una persona mucho mejor de lo que hubiera podido ser sin A. A. 

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