Lo más probable es que su padrino se ría…
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 22
Antes de empezar mi recuperación del alcoholismo, la risa era uno de los sonidos más penosos que conocía. Yo nunca me reía y cualquiera que se riera me parecía que se estaba riendo de mí. La ira y la lástima que tenía de mí mismo me privaban de los placeres más sencillos y de la alegría del corazón. Al llegar al fin de mis dias de bebedor, ni siquiera el alcohol podía provocar en mí una risita borracha.
Cuando mi padrino de A. A. empezaba a reír y a señalarme esta lástima de mí mismo y los engaños que alimentaban mi ego, me sentía molesto y herido, pero me enseñaba a no tomarlo todo tan en serio y a enfocarme en mi recuperación. Pronto aprendí a reírme de mí mismo y, finalmente, enseñé a reír también a aquellos a quienes yo apadrinaba. Cada día le pido a Dios, que me ayude a dejar de tomarme a mí mismo demasiado en serio.
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