viernes, 11 de abril de 2014

UNA PALABRA PARA ELIMINAR

 

Francamente, nos tardamos mucho en darnos cuenta de cómo nos convertimos en víctimas de emociones inciertas. Las podíamos percibir prontamente en otros, pero cuando se trataba de nosotros, lo hacíamos con lentitud. Antes que nada, teníamos que admitir que estábamos llenos de estos defectos, a pesar de que esta clase de admisiones resultaban dolorosas y humillantes. Cuando se trataba de otros, teníamos que quitar la palabra “culpabilidad” de nuestra conversación y de nuestro pensamiento.

DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 48

 

Cuando yo di mi Cuarto Paso, siguiendo lo sugerido por el Libro Grande, noté que mi lista de quejas estaba llena de mis prejuicios y de culpar a otros por no haber podido triunfar y no aprovechar plenamente mis talentos.

También descubrí que me sentía diferente porque era negro. Según seguía trabajando en el Paso, me di cuenta de que siempre había bebido para deshacerme de esos sentimientos. Sólo cuando logré mi sobriedad y trabajé en mi inventario, pude dejar de echarle la culpa a otras personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario