En una u otra ocasión, la mayoría de los grupos de A. A. llegan a elaborar sus normas…Después de un tiempo, el miedo y la intolerancia se desvanecen…No queremos negarle a nadie la oportunidad de recuperarse del alcoholismo.
LA TRADICION DE A. A. COMO SE DESARROLLO, pp. 12, 14, 15
AA. me ofreció una completa libertad y me aceptó por lo que soy. Ser miembro no dependía de la conformidad, del éxito financiera o de la educación, y por eso yo estoy muy agradecido. Frecuentemente me pregunto si yo ofrezco la misma igualdad a otros o si les niego la libertad de ser diferentes. Hoy trato de reemplazar mi temor y mi intolerancia por la fe, la paciencia, el amor y la aceptación. Yo puedo llevar estas virtudes a mi grupo de A. A., a mi hogar y a mi trabajo. Hago un esfuerzo para llevar mi actitud positiva donde quiera que voy.
No tengo ni el derecho, ni la responsabilidad de juzgar a otros. Según sea mi actitud, yo puedo ver a los recién llegados a A. A., a los miembros de mi familia y a mis amigos como amenazas o como maestros. Cuando pienso en algunas de mis opiniones del pasado, veo muy claro el daño espiritual que me causaba mi fariseísmo.
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